Docencia con Inteligencia Emocional
Hace dos mil trescientos años, Aristóteles comento que “enojarse es muy fácil, pero enojarse en el grado exacto, con la persona adecuada, en el momento oportuno, con el propósito justo y de la forma correcta es bastante difícil”.
Desde entonces se ha escrito mucho acerca de la inteligencia emocional, el autor más conocido pero no el inventor del concepto es Daniel Goleman, quien pregunta ¿Por qué no siempre el alumno más inteligente termina siendo el más exitoso?
Actualmente la fuerte obsesión por los “dieces”, el pase automático en las escuelas y otros factores han impedido el desarrollo de la inteligencia emocional, ya que se deja por un lado la comprensión e implicaciones emocionales y sociales de lo que se estudia, además de que limita el desarrollo con la ley del mínimo esfuerzo que dice “lo menos que pueda hacer y lo más que me puedas poner”
La revista de psicología educativa de Estados Unidos recientemente publicó que se ha comprobado que los profesores con mayor inteligencia emocional son mas eficaces al resolver sin ayuda los problemas del aula, esto es por que utilizan sus emociones para facilitar el pensamiento y se espera que sus alumnos logren aprender la forma de trabajar de su profesor y conozcan sus sentimientos y los de otros, entiendan los significados emocionales y controlen sus emociones.
Algunos autores han demostrado cómo la inteligencia emocional puede ser fomentada y fortalecida en todos nosotros, y cómo la falta de la misma puede influir en el intelecto o arruinar una carrera.
Salovey y Mayer definieron inicialmente la Inteligencia Emocional como “la habilidad para manejar los sentimientos y emociones propios y de los demás, de discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar el pensamiento y la acción…”
Una investigación realizada a nivel mundial, dio como resultado que nuestro Cociente de Éxito se debe un 23% a nuestras capacidades intelectuales, y un 77% a nuestras aptitudes emocionales. En pocas palabras, tener una Inteligencia emocional elevada es más importante para tener éxito en la vida que tener un alto coeficiente intelectual.
Del correcto manejo de las emociones dependerán en gran medida nuestra salud física y mental, nuestros afectos y nuestro progreso social y económico.