• dom. Dic 22nd, 2024

Dr. House, Descartes y Educación


Punto 3:

La evidente crisis de paradigmas en el sistema educativo se presenta desde el Profesor frente a grupo que opera la política educativa hasta el Presidente de la República que define desde su perspectiva las estrategias a seguir, es decir que en función de el Art. 3º Constitucional que inicia con “Todo individuo tiene derecho a recibir educación…” actualmente denominada cobertura y además después indica que “la educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano…” lo que deberíamos de entender por calidad educativa, estableciendo el mandato a seguir, diferenciándose en la estrategia o política educativa mediante la cual se pretende lograr ambos objetivos principales enunciados anteriormente: cantidad y calidad educativa.

Al analizar la dinámica educativa y desde luego su política sabemos que es un constructo multifactorial, no es como en la asignatura de resistencia de materiales que podemos determinar un factor único de falla, en educación son muchos los factores para alcanzar el éxito, para lograr los objetivos y desarrollar las competencias planteadas en el Plan y Programas de Estudio, por ejemplo el artículo mencionado anteriormente inicia con la palabra “Todos”, una sola palabra que ha implicado tantas iniciativas de tantos secretarios y ministros de educación y no se ha logrado, como algo recurrente ¿cómo logramos que todo individuo estudie? es entonces cuando entra la estrategia, la hipótesis de cómo lograr el objetivo planteado y así cada personaje de la política tiene su método, que debe surgir después de detectar un problema o alguna posibilidad de mejora, continúa con un diagnóstico, saber cómo están las cosas, conocerlas, para estar en condiciones de mejorarlas, tal como la dinámica del Dr. House aplicada a la educación, determinar con un grupo de colegas cual es el problema y el posterior tratamiento.

Uno de los paradigmas con los que coincide Descartes en su obra y el internet en la actualidad es la socialización del conocimiento, en aquellos tiempos las aportaciones científicas se escribían en latín como para presumir que sabían mucho y al parecer para alejar un tanto el conocimiento de los que no habían estudiado, actualmente el internet lentamente va desplazando las costosas obras científicas como Editorial Morata de prohibitivo acceso a profesores y poco a poco los que las adquieren las van fotocopiando y distribuyendo mediante papel o descargas por internet, claro que en aquellos tiempos Descartes no violaba leyes de derecho de autor, pero finalmente hay un parecido en la intención de socializar y acercar a la frontera del conocimiento.

Por el contrario se destaca la diferencia del paradigma propuesto por Descartes al defender una ruptura definitiva con el oscurantismo o más bien con la edad media y proponer conocer mediante la investigación, que en nuestro actual contexto difiere ya que existe un virtual divorcio, si es que alguna vez hubo matrimonio, entre investigadores, administradores y políticos, porque siendo éstos últimos los que toman decisiones difícilmente leen textos de investigación educativa y menos atreverse a preguntar a algún investigador acerca de hacia donde sería más productivo dirigir los recursos destinados al sistema educativo o acudir a investigadores para conocer mejor la influencia y resultados de los programas implementados, los cuales se instauran y operan sin mediar justificación científica y que después del cambio de partido al gobierno se desmantelan también sin explicación, otros programas como el de Carrera Magisterial que otorga mayores beneficios económicos a los profesores con mejores resultados carece de transparencia porque no indica la correlación entre resultados y nivel en carrera magisterial, situación que finalmente es muy similar al oscurantismo de hace más de quinientos años.

Uno de los fundamentos propuestos en “El Método” es que no debemos admitir situaciones como verdaderas sin tener la correspondiente evidencia, estableciendo así una directriz que en política educativa no se ha seguido si recordamos, entre otros, por ejemplo el Acuerdo 200 para la evaluación de la educación básica y normal, que vino a sustituir un paradigma por otro y con ello movilizó tradiciones valorativas entre el profesorado, ya que dicho reglamento en uno de sus puntos establece que se calificará a los alumnos de educación básica y normal dentro de la escala de 5 a 10 en números enteros, donde solamente el 5 es reprobado, mientras que antes de esta norma que entró en vigor en 1993 se calificaba de 0 a 10 donde también 5 representaba reprobación. Esta disposición tan simple vino a cambiar además de los esquemas de evaluación algo mucho más importante en la sociedad, cambió la cultura del esfuerzo, la gran probabilidad que había antes de reprobar un curso obligaba a los alumnos a mantener una mejor voluntad, que si bien puede sonar represivo, el otro extremo trajo como consecuencia la ley del mínimo esfuerzo, y es que ahora si consideramos la escala de 5 a 10 tendremos que con el veinte por ciento de logro propuesto se acreditará el curso, es como si un piloto de aviones conociera como despegar pero desconocería como mantener el rumbo, la altitud y mucho menos como aterrizar.

A la anterior disposición se le emparejó otra que sin ser escrita indica que un profesor está impedido de reprobar a más del diez por ciento de un grupo, lo que significa cuatro a lo mas cinco alumnos, que si bien es cierto el ideal de la no reprobación nos muestra parte de una utopía y el camino hacia donde debemos dirigirnos como profesores, la realidad es otra, los alumnos aprendieron desde 1993 que mientras se mantengan como los “menos peores” del grupo ya no reprobarán, aún cuando nunca entreguen tareas, participen en clase y obtengan cero en sus exámenes.

Y que retomando la anterior idea de los exámenes, el Estado mediante las dinámicas de formación docente se dio a la tarea de convencer a los profesores de eliminar los exámenes escritos de los criterios de evaluación de todas las asignaturas, bajo la premisa de que los jóvenes se podían traumar y que finalmente el conocimiento conceptual ya estaba fuera de moda, pero actualmente se realizan exámenes escritos estandarizados al por mayor precisamente por parte del mismo Estado, en contra de la propuesta de Descartes de conocer la evidencia de la verdad, es este caso la verdad si los exámenes escritos con válidos para evaluar como se observa en la práctica gubernamental o se requiere de un portafolio de evidencias multifactorial como se indica en los cursos de formación docente.

La política educativa del ejecutivo dispuso que en matemáticas se utilizaba un modelo de soluciones tipo completando una tabla con los títulos “datos – fórmula – sustitución – resultado” la cual es útil para organizar el pensamiento pero no para promoverlo, este modelo se cambión por el de educación basada en problemas en el que el profesor propone un par de problemas en clase y el alumno con sus propios recursos debe buscar la solución, desde luego su estrategia y solución, coincidiendo así con una de las reglas del método que indica dividir las dificultades en todas las partes posibles – hacer un análisis – y buscar así la mejor solución, esta disposición puede tener grandes implicaciones en la vida social, laboral, académica, etc. De nuestros alumnos ya que formados de esta manera durante sus diez años de educación básica tendríamos sujetos que “le buscarían” solución a cualquier problema que se les presentara, haciendo a un lado la pereza mental del anterior modelo en el que el profesor presentaba una serie de problemas del mismo tipo y sus soluciones para que al ejercitar el alumno con sus problemas sin resolver buscara entre los resueltos alguna estrategia que le funcione, pero en la vida real, de donde Descartes obtiene “El Método” difícilmente se nos presentarán fórmulas para resolver o solventar las problemáticas cotidianas.

Otra de las reglas fundamentales de “El Método” es iniciar el conocimiento por lo más simple y avanzar hacia lo complicado, lo que coincide con la formulación de los Planes y Programas de Estudio vigentes, por lo que eventualmente no es tanta la complejidad para la enseñanza pero sí lo es en el caso del aprendizaje, procesos que definitivamente se dan por separado, porque si construimos una tabla con las tres áreas de desarrollo que propone Bloom en las columnas y con las ocho inteligencias múltiples de Gardner obtendremos al menos 24 formas de inteligencia que multiplicadas por los tres estilos de aprendizaje nos alcanza para tener uno de cada categoría resultante en nuestros grupos de 50 alumnos, por lo que en muchas ocasiones solamente nos podemos dedicar al contenido y no tanto a las diferencias individuales, entonces desafortunadamente el discurso se vuelve monótono y poco atractivo a los jóvenes estudiantes, es importante la imagen en el discurso para los alumnos visuales, pero también tenemos alumnos auditivos y desde luego como agrega hay palabras que proyectan mil imágenes y restan los alumnos que son quinestésicos, quienes requieren tocar para conocer y ahí donde tenemos uno de los grandes problemas en el aprendizaje de las matemáticas ya que no es posible tocarlas y se sustituye el objeto con el discurso que se convierte también en objeto, pero desde otra perspectiva y como profesores de posgrado nos enfrentamos ahora a la falta de discurso oral a cambio del escrito en los cursos en línea, el lenguaje verbal tan importante pierde desde luego su relevancia en los cursos en línea y en parte su lugar se sustituye con saludos y emoticons en los correos electrónicos, esta complejidad presente en la dinámica del aprendizaje hace dudar de la propuesta de “El Método” de iniciar en lo fácil para continuar con lo difícil y que en la enseñanza es muy simple de planificar, pero que para aprender sabemos que no hay fácil ni difícil, lo que para un alumno es pan comido para otro representa un gran esfuerzo cognitivo.

Esta propuesta en “El Método” de avanzar desde lo fácil hacia lo difícil en muchas ocasiones ha llevado a la confusión de creer que lo fácil está en el nivel básico y lo difícil en posgrado, que cualquiera puede estudiar primaria pero pocos pueden hacer un posgrado, lo que en términos de política educativa a guiado a nuestros políticos a destinar mayores recursos hacia la educación superior, tanto en términos de salario a los docentes, apoyos a la investigación educativa como en prestaciones de fortalecimiento magisterial, baste solamente observar la gran cantidad de producción de investigación en educación superior que es sumamente desproporcionada si valoramos la cantidad de alumnos en cada nivel educativo, de tal suerte que no se debe considerar que lo fácil está en la educación básica ya que esta dificultad está en cada alumno, en su mismo aprendizaje y no en su enseñanza.

Una gran diferencia con la propuesta de Descartes y el paradigma actual de nuestro sistema educativo es la llamada “duda metódica” la cual propone cuestionarse de lo que se va conociendo, pero que en nuestro sistema se imparten las clases como dogma y se llega al extremo de creer que la tierra es esférica, que el sol gira alrededor de la tierra, que existen pequeños bichos llamados bacterias y otras tantas cosas de muy fácil comprobación y que se verificaron las primeras hace cientos de años con tecnología de aquellos tiempos pero que actualmente se dejan solamente a la doctrina educativa, impidiendo así que los alumnos duden, eliminando la curiosidad característica de los niños mediante la escolarización.

En la época de Descartes se fortalece la idea “mathesis universalis” de que existe una especie de fórmula matemática que podía explicarlo todo o que mediante la ciencia se podía explicar cualquier fenómeno natural, lo cual si bien puede ser cierto, hasta la fecha no se ha logrado y grandes pensadores como Einstein murieron en el intento, siendo esta idea adoptada por nuestro sistema educativo guiándonos hacia estudiar solamente todo aquello que se pueda medir y como el amor, la amistad, el dolor y otras emociones no se pueden medir entonces no las estudiamos, siendo la emotividad un apartado de igual importancia que la razón lo mismo que la espiritualidad.

Quizá uno de los antecedentes la educación basada en competencias es que la propuesta ya mencionada párrafos antes de analizar y buscar la mejor solución, al parecer idea que ha existido desde siempre, según Don José Moya entendemos por competencia la posibilidad de una persona de “movilizar todos sus recursos para resolver una tarea en un contexto determinado”, que es una actividad que se ha realizado hace muchos años, independientemente de que se les llamara competencias, la anterior conceptualización nos permite un amplio campo de acción, aunque sin muchos retos daba lugar a la educación en competencias, en el sentido de que si una persona requería realizar alguna actividad, se le educaba para ello, es decir, se le capacitaba informalmente, generalmente a través de la figura del padre, para que fuera competente y pudiera gestionar una tienda y mantener una familia, así cualquier persona podía cubrir el concepto de competencias, solamente tenía que movilizar y utilizar sus recursos para resolver un problema, y listo, ya estaba educado en competencias.

Otra diferencia está en que anteriormente también se gestionaban políticas públicas para la educación basada en competencias con otros nombres, ya que siguiendo el concepto de competencia básica, que indica tres consideraciones fundamentales de las mismas, se han buscado bajo diferentes nombres, modalidades y proporciones, desde luego que no con el ideal actual y tampoco se lograban al cien por ciento, por ejemplo, la primer condición para que sea política pública es que ésta tiene que estar al alcance de las mayorías y Descartes publicó en francés buscando que su propuesta fuera lo más pública posible, que fuera útil y no como actualmente que al finalizar dicha educación nos demos cuenta de que no sirve para alcanzar una buena calidad de vida, como sucede actualmente con muchos jóvenes profesionistas que estudian y terminan la universidad, pero tienen que vender hot dogs para sobrevivir, lo cual es una digna actividad indicadora de que se les dieron una gran cantidad de contenidos académicos y técnicos a los estudiantes, pero no se les apoyó en desarrollar competencias para al menos conseguir un trabajo relacionado con su carrera a través de la realización de una buena entrevista laboral o más allá, no se desarrollaron competencias para “vender” sus ideas e instalar su negocio propio.

Alejándonos un poco de política educativa y acercándonos a la dinámica social con la que se identifica con las máxima de obedecer las leyes y costumbres de su país de la “moral provisional” propuesta por Descartes y que coincide con una de las características de las competencias básicas en el sentido de que deben de ser comunes a muchos ámbitos, es decir que la educación en competencias sirva tanto para la vida familiar como laboral, social y otros segmentos cotidianos, lo cual es muy relacionado con lo anterior en el sentido de que mucho del conocimiento que estudiamos se presenta fraccionado y no se puede aplicar a otras áreas del conocimiento, o al menos así es como se enseña, en vez de buscar que todo lo estudiado se aplique a diferentes áreas de la vida cotidiana, como el caso específico de la enseñanza de educación cívica y ética, en que nuestros alumnos de secundaria obtienen solamente dieses pero vemos como la escuela se mantiene sucia, los baños continúan rayados y que dinero y calculadoras se siguen perdiendo de las mochilas durante los recesos; de igual forma sucede con la enseñanza de  las matemáticas y otra de las propuestas de “El Método” de alejarnos de la filosofía escolástica en términos de estudiar solamente con fe pero sin razón, cabiendo aquí una pequeña anécdota para ilustrar el comentario de la enseñanza para la escuela y la enseñanza para la vida: hace pocos años, cuando en la tienda Soriana de la colonia Bachoco estaba de cajera una ex alumna de la secundaria de uno de los autores del presente texto y solamente pudo calcular el cincuenta por ciento de ciento ochenta pesos con una calculadora, pero mientras encontraban la calculadora el ex profesor de ella le decía que si era una de las mejores ex alumnas que había tenido en la clase, que constantemente habían practicado con porcentajes y que siempre ella había contestado correctamente, a lo que la ex alumna respondía que eso era en la escuela, indicando de esta manera que la educación que recibió en la secundaria consiste en contenidos aislados de la vida cotidiana y el profesor no fue capaz de desarrollar las competencias necesarias para que dichos conocimientos fueran comunes en diferentes aspectos y áreas familiares, laborales y escolares.

Siguiendo con las similitudes y diferencias se puede observar que la propuesta de Descartes es fundamentalmente positivista, guía hacia el estudio solamente de lo que se puede medir, pero asegura la existencia de Dios como el ideal de perfección, actualmente la política educativa nos guía hacia la educación basada en competencias, que no es nueva, pero la palabra competencias relacionada con la educación es relativamente reciente, baste ver que en la “Declaración mundial sobre educación para todos”, realizada en Jomtien, Tailandia hace 18 años, no aparece la palabra competencias, aunque si menciona la mejora de la calidad de vida a través de la educación en términos laborales y la vida familiar, algo así como el concepto actual de educar para la vida y desarrollar competencias laborales, académicas, entre otras, mientras que “El Método” de Descartes no propone un modelo educativo tal cual, sino que orienta a la búsqueda de la verdad mediante la razón y el acercamiento al ideal de perfección de Dios.

Mi parte de conclusión

La propuesta de Descartes rescató al mundo occidental del oscurantismo de la época medieval, guió hacia la razón y el pensamiento con metodología de investigación, pero también nos ha llevado al otro extremo, al positivismo, a pensar que solamente lo que se mide se debe estudiar y quizá todo se pueda medir, cuantificar, pero actualmente hay muchas cosas que de gran importancia que no se pueden medir como las emociones y que en consecuencia no las estudiamos a pesar de que en gran parte las decisiones las tomamos fundamentados en la emotividad.

Su libertad de pensamiento lo llevó a publicar en francés para socializar su aportación, para que no quedara limitada solamente a los pocos eruditos que sabían latín, algo muy moderno aún en nuestra época en que es posible publicar gratuitamente, pero que como antes algo que no fuera publicado en latín se consideraba de mala calidad, así ahora se asocia la gratuidad a lo inservible y lo costoso a la excelente calidad.


por Wenceslao Verdugo Rojas

Currículum en http://wmvr.org/trayectoria/